Relaciones laborales de las personas cuidadoras: propuestas para una transición justa

Como cabe imaginar a partir del título de esta obra, nos encontramos ante una perspectiva de reforma de un nuevo modelo de atención y cuidados sociosanitarios; prototipo que debe dar respuesta a situaciones de necesidades recientes que atañen a las sociedades actuales, cada vez más desarrolladas y complejas. Cuidar no es un cometido de poca importancia por su naturaleza, origen y grado de severidad. Al igual que todas las personas, sin distinciones, deben tener derecho a la asistencia y a la ayuda requerida para poder llevar una vida conforme a sus capacidades reales y potenciales, en el nivel lo más elevado posible para cada una de ellas. Y en consecuencia deben tener acceso a servicios de buena calidad y a las tecnologías más adaptadas. La finalidad pretendida con nuestro trabajo no es otro que mostrar transformaciones estructurales justas que aconsejan el cambio de paradigma en la configuración del sistema de atención a la dependencia y de la mejora de la autonomía personal señalando cambios que de forma específica afectan a las relaciones laborales de las personas cuidadoras como eje principal en la asistencia y en los cuidados de calidad.
Cambios en la estructura del empleo (se puede citar, el aumento del empleo en servicios de baja productividad, pues no hay que olvidar que el ejercicio de los cuidados sigue siendo un verdadero nicho de empleo, cuestión que deber ser aprovechada para generar actividad desde la perspectiva del trabajo decente); cambios provocados por la sociedad del conocimiento (para ilustrar, la baja cualificación y las insuficientes habilidades formativas provocan un aumento de la probabilidad de caer en una situación de desempleo, precariedad y empleos con bajos salarios); o propuestas de cambios que pasan por la aplicación plena a este colectivo, cada vez más profesionalizado, de la legislación social. Hasta el momento insuficiente y que entorpece la calidad de los servicios ofrecidos en el sector.
Para afrontar estos nuevos retos el Estado, como primer agente de cambio, debe reactualizar su acción protectora para proteger los nuevos riesgos emergentes (riesgos psicosociales; situaciones de exclusión social; situaciones de dependencia, especialmente la vinculada con el fenómeno de los cuidados de larga duración), así como invertir de forma productiva en ellos. Tampoco hay que olvidar en esta transformación justa que el sistema del bienestar contemporáneo está estructurado con base a tres grandes pilares que deben actuar de forma coordinada como instancias de provisión del bienestar: estado, mercado y familia. Dimensiones dispares donde las relaciones laborales de las personas cuidadoras deben tener cabida en condiciones de trabajo dignas. Estos desafíos para un futuro muy próximo han de ser vistos ante todo como oportunidades de mejora para este colectivo profesional, cuyas condiciones de trabajo necesitan seguir avanzando hacia los postulados del trabajo decente. Esperamos cuando menos que esta obra sea una herramienta para seguir avanzando y que, acaso más tarde, pueda llegar a cristalizar en otros proyectos afines.